VIR MIHURA





(PARENTESIS)


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virmihura@gmail.com @virginiamihura




Diseño María Landini

PARENTESIS




1.-

Tomo mate de yuyos, desorientada.
Voy de acá para allá. Del quincho a los cuartos.
Mi cocina-living es un quincho sin estilo.
Tiene un entrepiso con siete catres y una hornalla eléctrica.

Dejo fermentar una masa madre.
Cocino un hummus, un risotto de hongos y otro risotto de quínoa con vegetales.
Consigo ingredientes en Vida Sana de San Antonio.
Pido el listado por WhatsApp y lo paso a buscar con barbijo.

A veces se caen las fases de luz y entonces comemos paltas.
Voy y vengo
atravieso un parquecito de seis paraísos
con vistas a un infinito de cuchillas verdes.

Acá se trabaja, se pone el cuerpo.
Veo dos hombres a caballo arreando unas vacas o vaquillonas
no se cual es la diferencia.

Me tambaleo
me tropiezo en los pozos que hacen las lechuzas.
Uso siempre la misma ropa:
el jogging o las Pampero.

Empezó a hacer frío.
Helado a la mañana y cálido a la tarde, frío de nuevo a la noche.
Hay barro, tierra, viento y pasto.

Me quedan resabios del apuro porteño:
mastico la manzana parada
como haciendo otra cosa.

Una manzana no amerita una sentada.

2.-

A los nueve años quería ser veterinaria ó carpintera.
Me gusta la madera, las herramientas.
Hace cinco meses que no como carne de vaca, ni de cerdo ni de pollo.
No fue una decisión.
Simplemente no como.

Ayer Violeta cumplió nueve años.
Fue muy feliz hasta las seis de la tarde.
Se sacó fotos con perros, gatos.
abuelos, globos, tortas y regalos.
Cuando sea grande quiere ser actriz de Netflix ó agrónoma.

Pero a las seis de la tarde del cuatro de mayo,
en medio de su cumpleaños por zoom,
Violeta lloró.

3.-

Intento escribir en mi computadora
como lo hacía en Buenos Aires, pero no.
No encuentro el tono
algo desapareció.

Estoy arenosa,
movida hacia otro lado.
Tecleo y miro el paisaje
es verde tupido y solo.

Me apunté al taller de un amigo artista visual.
Sugiere pensarnos a partir de preguntas.
Una es:
¿Cómo sienten su conexión con el universo?

Se me hace un blanco.

4.-

Horacio Emilio  y María G. se casaron.
Al año tuvieron un hijo y se mudaron a Nicaragua.
Tuvieron dos hijos en Nicaragua. 
Siete años más tarde volvieron a Argentina.
Se instalaron en Mar del Plata donde tuvieron tres hijos más.
La primera de esos tres hijos soy yo.
Me nombran Virginia.

Horacio Emilio y María G. son mis padres.
Ambos desarrollaron profesiones con tesón y esmero
sobretodo en Mar del Plata.

Un día se mudaron a Gualeguay. Hoy viven en el campo.

Somos 6 hermanos de edades diversas, de distintas generaciones y diversos sexos.
Vivimos en Tandil, Gualeguay, Salta, Chile, Perth y Buenos Aires.

5.-

“Pregúntale cosas a Horacio Emilio, sobre las vacas, arma su biografía, grábalo
hacé un podcast”; me dicen.

Pienso: ¿Qué hacemos con el hacer que no es productivo?

Cambio de perspectiva.
Mientras tecleo alterno la pantalla de mi computadora con cinco Paraísos centenarios.
Mi Mac.
Paraísos
Mi Mac.
Paraísos.
Mi Mac
La letra quieta.

Hoy no hay señal de internet.
Ni luz.
La conecto a Violeta a su clase de “Animali Vertebrati”
lo logro compartiendo señal del celular.



6.-

No fluye la cosa.

¿Debería estar agarrando un caballo?
¿Cortando el pasto?.
¿Regando las semillas?

Voy a esforzarme
Ser una persona determinada.

Acabo de matar una mosca. Con mis palmas.

Busco en mí el sentido.
Afuera,
los que hacen

“No tengas miedo a enmudecer…”, me dicen.

¿Cuándo me llegará la narrativa?
No hay apuro.

7.-

Horacio Emilio tiene un tambo cerca.
Ya no lo maneja. Lo arrienda al Sr. Q.
Es un señor joven, flaco y de anteojos.

Al tambo lo operan mujeres porque Horacio Emilio hace años propuso el cambio.
Hombres por mujeres.  “Me cansé del maltrato a las vacas”
Así me dijo. “Me cansé”

Fue el primero en CRA, CRE; CRI y/o CRAPOLER.

Les dijo a M y D: ¿Quieren probar ustedes?
Hay un caso en Holanda. Les mostró un video que encontró en internet.
Mujeres poniendo las pezoneras, arreando las vacas.
“Ustedes pueden”
les dijo.

M y D trabajan el tambo hace 15 años.
M se encarga de la guachera.
Les da leche y les hace unos techitos a dos aguas por si hay heladas.
“No los largo hasta que no los veo fuerte”.

Hoy fuimos a visitar a los ternerito a las 8 de la mañana. Violeta les ofreció sus dedos: el índice y el mayor a la vez.  Se los ofreció a dos hembras  que los succionaban como si fueran los pezones de sus madres. Violeta fue feliz temprano.

8.-

Horacio Emilio cuenta que en la casa de sus primas irlandesas comían Angel food.
Lo googleo y es fácil de hacer.

Al pan de masa madre lo tengo aceitado.
Hago uno o dos por semana.
Horacio Emilio está probando mi pan con palta.
“Está bueno”, me dijo. 
Creo que de a poco va dejando la panceta.
Hoy hay viento.
Violeta se aburre en Italiano.

Me levanté 6.20 hice una práctica de kundalini.
Ahora tengo sueño y poca paciencia.
Veo el verde y no se qué hacer.

Hago un rato de nada.

9-

El sábado kiron se tragó un anzuelo.
Tragó, accidentalmente, la carne picada que envolvía un anzuelo.

(No digo las “s”. Acá no digo las “s”.
Y tengo un cantito entrerriano cuando hablo.)

Kiron trago un anzuelo al borde del río Gualeguay.
Rio que casi ya casi no tiene agua.
El paisaje es de arena y es lunar.
Todo entre gris y negro.

El anzuelo viajó hasta el estómago.
de nuestro caniche.
Pero en ese momento no lo sabía.
Lo alcé y le sostuve la tanza que le salía por la boca.

Me subí a la camioneta estilo rural.
Me perdí entre los espinillos sin camino.
Me empantané en el único charco que hay en la inmensa sequía de la Mesopotamia.
Se hundieron mis botas australianas con corderito en el barro gris.
Pedí ayuda.

Llegaron: un peón del campo vecino, mi primo fanático de Whitney Houston, su sobrino estilo gaucho de Areco.
Todos hundidos generosamente en el barro. Empujando sin ton ni son.
No hubo caso.

Me fui con el paisano a urgencias.
Me esperaba Mariano el veterinario tatuado.
Me dijo que era una operación de riesgo.
“No sé con qué me voy a encontrar, el anzuelo puede romper todo”, dijo.

Kiron fue operado.
Fue abierto.
La piel y el estómago.
Por capas.

10-

Hoy voy a trabajar, me digo.
Voy a salir a caminar 5 km.
Voy a escuchar una charla de arte.
Voy a hacer un zoom con amigas.
Voy a comer sano.

Mientras camino voy a escuchar mantras.
Deseo motiven en m una evolución posible.

Lo que no voy a hacer:

No me tomaré el avión de Iberia a Madrid el 10 de Julio.
No me encontraré con amigos.
No conoceré mejor sus hijos.
No pasaré una semana en una playa de Cádiz.
No tomaré vino con ni sabré de sus vidas.
No viajaré a Cerdeña.
No comeré especialidades de la cocina Sarda.
No me bañaré en sus playas.
No caminaré por la Gran Vía.
Ni por Barquillos.
No me iré de cañas ni de tapas
Ni pisaré el Almendro 13.
Ni me comeré sus roscas de jamón.
Ni sus huevos estrellados
Ni su manzanilla.
No romperé mi dieta vegetariana.
No me subiré al metro.
No sentiré el agite de Chueca
Ni sacaré fotos inútiles.

Seguiré en esta zona rural
oliendo a alimento de novillos
sintiendo la velocidad del viento
habitando un cuerpo fuera de ritmo.
Bañada en Off.

Y Despegar me va a cagar.



11.-

Me cuentan que murió un novillo
por una infección.
La semana pasada le cortaron los huevos.

Tiene un hematoma en el diafragma.

Me estoy haciendo experta en matar moscas.
Es mucho más difícil que matar mosquitos.

Los mosquitos tienen unos segundos de latencia
son bichos violentos, picadores
en un momento frenan para apresar.

Las moscas son difíciles de matar.

Maté tres en este rato.

A Jack le sangra la oreja.
Violeta lagrimea por él.
Veo una máquina verde con unas ruedas gigantes.
“No se asusten si ven un bicho enorme”, dijo Horacio Emilio despúes del guiso de lentejas.


12.-

Me levanté mareada.         
 
No tengo ganas de escribir.
Moví de lugar mi mesa
ya no miro los paraísos ahora miro dibujos que hizo  Violeta.
Hace frío.

Quizás pueda desarrollar mejor el tema “tambo femenino.”
Ampliar. Investigar.
Podría ir hoy a las 4.
registrar algunas imágenes, hacer preguntas.
Podría hacer todo eso

No lo hago.

Comimos algo que nos intoxicó.

13.- 

El martes a las 6 de la tarde Horacio Emilio me dijo “estoy listo para grabar”
Pidió permiso, se sentó en mi mesa, Violeta le acercó un vaso de agua y dijo: “Avisame cuando empiezo: Egun ona Egun ona,  en euskera quiere decir buen día”.
De repente Horacio Emilio es Juan Alberto Badía.
No quise hacer una rima .

“No se sabe bien el origen de la raza vasca ni tampoco el origen de su lengua. Somos raros”
Dice: raza y lengua. 
“Sobretodo los Navarros, de ahí venimos, montañeses, labradores, agricultores, criadores de ovejas y de vacas. Somos primitivos.  Tenemos poco contacto con otras personas. Somos cortos de lenguaje”

Dijo así, somos primitivos y cortos de lenguaje. 

“Pero emprendedores, trabajadores y nos importan la familia y el terruño”. 
Busco la definición de terruño: “Tierra o país natal” o “Terreno de labor del cual se vive”.

Quiero escribir pero Violeta me interrumpe con una tarea: “¿para qué servían los caballos en 1810?” Dejo de escribir y googleo “caballos en 1810”. 

Horacio Emilio tiene una voz afónica. Aspirada.  Voz de alergia.

De la raza vasca pasamos a sus bisabuelos navarros que vinieron a Argentina. Tuvieron 11 hijos y se instalaron cerca de Gualeguay.  Juan Bautista trabajó en un saladero en la zona de Quilmes. Después armaron un saladero en Puerto Ruiz con otras vasco. A cambio de carne Juan Bautista recibió tierras. Campos que fueron después estancias.  Llegó a tener 16.

Al rato el relato pasó a Emilio, su abuelo, uno de los 11 hijos de Juan Bautista. Se recibió de Ingeniero Agrónomo. Era fanatico de los árboles. Hizo muchas cosas, fue ministro, senador. Fundó el partido Radical en Entre Ríos.

Y sigue Horacio Emilio:  “Era gran amigo de Marcelo T de Alvear y mi abuela Aida amiga de Regina Pacini. La de Marcelo y Regina fue una relación agitada porque ella era una cantante lírica de Lisboa y Marcelo T de Alvear un porteño, alto, rico y buen mozo. Él la persiguió por Europa hasta que la convenció y se casaron.” Así dice la persiguió y la convenció.

Parece ser que la sociedad porteña no la aceptaba a Regina, pero Aida, mi bisabuela que tenía onda y era bastante amplia, fue su íntima amiga.  Ví desde siempre en el casco viejo unas fotos en blanco y negro. Eran: Marcelo, Regina, Emilio y Aida, juntos, plantando un árbol.

El árbol sigue estando ahí cerquita de la parrilla.

Emilio y Aida tuvieron tres hijos entre ellos el padre de Horacio Emilio. Es decir mi abuelo. Horacio Emilio sigue el relato. Vivían en Juncal 1670. En esa casa había una viejita siempre sentada a la que llamaba Mamita de París. “Mira vos” me dice “ese recuerdo me vino recién de la nada. Me había olvidado pero ahora me apareció la imagen clarita. Era una viejita que nunca hablaba pero era mi bisabuela. La trajeron de Francia y vivió muchos años”.

Ahora es el momento de pasar a sus padres, sus tíos... Pero el entusiasmo decae. Badía se apaga. Lo miro y hace una pausa larga. Respira hondo. Se le achinan los ojos. 

14.- 

A la noche mientras comemos, María G. cuenta que Aída era una vieja avara que iba con un manojo de llaves en el bolsillo. Las llaves abrían las alacenas donde guardaba la comida que quería tener bajo control: latas de arvejas, salsas de tomate, botellas de vino.

También dice otras cosas de amantes dime y diretes. Y durante la sopa presionado por los comentarios de Maria G.  Horacio Emilio reconoce que su abuelo materno se suicidó, se pegó un tiro cuando tenía 30 años. 

15.-

Mi familia carece de amabilidad
De suavidad.
Puteamos.
Resongamos.
Despotricamos.
Ladramos.
Por default.
Por detalles muy menores.
Por accidentes minúsculos.


Saco fotos. Fragmentos de campo.
Árboles en otoño.
Ramas.
Yuyos.

Violeta sale de arte y me dice entre lágrimas: “No tengo imaginación para arte
¿Puedo salir del meet?” No. Le respondo.
A los diez minutos termina el meet tranquila y emprende la tarea: un ejercicio de sombras.
Dibuja un rostro de mujer con la sobra sus anteojos.



16.-

Ayudo a Violeta a buscar palabras en el diccionario:
Patria
Promesa
Lealtad
Símbolo

Decido, para cambiar de aire escuchar música fuerte
Encerrarme y escuchar:
“Le temps qu’il faudra” de Natalia Doco.

Siento que me falta el cuerpo.
Subo el volumen
Hago pruebas para moverme y me doy cuenta que me falta una consigna que organice el movimiento.
Soy un desparramo.

Vuelvo honda la percepción.

Escucho un instrumental de “Somewhere over de rainbow”, lloro un poco.

Detrás de mí hay algo que pulsa
algo entre la espada y la pared
que siempre esquiva,  huye allá donde no puedo.
Entonces las palabras son 
gotas.
Chapuzones.

Me pregunto  ¿De qué estoy hecha?
de
destellos
brillos fugaces.
penas toscas
de incompletud.

Decido compartir el tema “E Deus me ouvisse” de Chitãozinho & Xororó
Y vuelvo a llorar

17.-

Leo “La cordura no me parece una condición necesaria para escribir pero la locura y el desborde, menos. Para escribir sirven el equilibrio y el margen”.

Muchas veces tengo esta fantasía. Cierro los ojos, hago un pequeño y veloz pestañeo y  cuando vuelvo abrir los ojos ya no veo. Fundo a negro para siempre. 

En mis ratos libres miro cosas que no voy a comprar. Las analizo. Las comparo.
La posibilidad de comprar me da una especie de vitalidad.

Ahora miro un vestido de diseño, ayer un mantel de hule para reponer el de la cocina de María G. a veces hamacas para el jardín, otras un teclado digital, a veces herramientas de carpintero, sogas, máquinas de escribir, sales de baño.

18.-

“Esta empresa es una empresa a cielo abierto. Hoy no podemos sembrar porque hay mucha humedad. Mucha niebla. Hay que esperar a que salga el sol”, Horacio Emilio le habla a Violeta que asiente convencida.
Los miro. Estan rodeados de campos amarillos.

Horacio Emilio me dijo que para seguir hablando para el podcast e incluir su infancia necesitaba un whisky.
Entonces no avanzamos
Horacio Emilio es abstemio.

Violeta me  dice que quiere ser mas gaucha.
“quiero ser mas campera”, dice

Ya se subió a un tractor.
anduvo a caballo
salto alambrados
vio animales muertos.
junto huevos
alimentó gallinas
pisó barro.

Me exaspero.
Ansio saber de mi
ser o saber estar.

“Estoy en un punto en el que no puedo ser la que siempre soy ni convertirme en la que podría ser”.  Algo así decía el texto que leí anoche.

Escucho: “el diario es un sostenerse”.
Acuerdo con eso
Escribo y me sostengo. 

19.-

Todo me resuena y estoy permeable.
La escritura se resiste y yo insisto.
Necesito saber.

Por primera vez en tiempo recurro a “consignas” para avanzar.
Prendí una vela para cambiar el aire.

María G. y Horacio Emilio decidieron  pintar la casa.
La casa es grande y está un poco descuidada.

Creo que viven con la sensación de carencia: afectiva, monetaria, 
aunque no siempre sea así.
Yo vivo con la sensación de abundancia.
aunque no sea siempre así.

Violeta me trajo mate con miel y aceite de coco.
Toca un tema de Rita Pavone en ukelele y usa dos acordes con cejilla.

Necesito tomar maca para la concentración.
Siento que soy una fuente agotada.

20.- 

Hoy decido retomar  aquel proyecto inconcluso.
Me tranquilizo.
Veo desde mi ventana muchos árboles pelados.
Vivo el invierno rural como un recorte. Un zoom.
Hablo  con Joaquín y con Mariu. Hablo con Elisandro y con Martín.
Hablo con Laura. Creo que de algún modo estoy trabajando.

Busco en internet meditaciones para Horacio Emilio.

Escucho que Violeta, le pregunta a Ema  “¿qué hiciste estos días? hace mucho que no nos vemos”.
Se me cierra la garganta.

Escucho una conversación entre dos artistas del mundo escénico. Dicen palabras: revulsiva, statement, artistas. Se preguntan por las cosas que hacen química.

Miro los árboles ya sin hojas, sin ninguna hoja.
Violeta viene con un mate de manzanilla.
Se sienta al lado mio y mira los mismos árboles que yo veo.
Al menos eso parece.
Me cuenta que Horacio Emilio está llorando. “Es sensible, mamá. Llora mientras escucha a chicos de China cantando el Himno a la Alegría por youtbube. Es sensible”, concluye.  

Violeta sigue mirando los árboles y mateando burrito, algo atónita.

Horacio Emilio nos cantaba esa canción algunas noches en Paunero.
Él hacía la mímica de director de orquesta y cantaba afónico.
Es parte de su legado el himno a la alegría y la frase de Epicteto que repite cada vez que puede:  “No son las cosas mismas que al hombre alborotan y espantan sino las opiniones engañosas que el hombre tiene de esas mismas cosas”.



21.-

Sigo sin ir al tambo a hacer el ejercicio de investigación para intentar escribir un relato más narrativo.
Lo haré. Me lo prometo.

Violeta y Horacio Emilio emprenden la construcción de un gallinero.
Ya fueron dos veces a la veterinaria y dos veces a tomar medidas.
Se bajaron el instructivo del INTA. Dibujaron el plano.
Hicieron  búsquedas de materiales por mercado libre.
Ahora esperan a que lleguen las pollitas de Crespo.

Mientras,
Sigo lidiando con la producción
con mi producción.

Sigo intentando producir, nombrarme.
reconocerme en lo que escribo.
Participo de una “clínica de obra”  coordinada por una coreógrafa y un filosofo.
La idea es crear, hacer, componer, armar, producir: ser.

Violeta quiere tomar clases de inglés para irse a vivir a Australia.
Medito a las 4 am.
Es un recorrido por los chakras con cantos de mantras.

Estoy escuchando jazz y viendo The Eddy.
¡Que ganas de actuar en The Eddy!
Deseo cosas así de específicas, periféricas, improductivas.

Sigo filmando escenas que llamó “zoom al campo”.
Vacas que se me acercan.
pájaros que gritan.
arboles.
videos de un minuto.

 
Mañana empieza el mundial de escritura.
no estoy lista para escribir
Decido contemplar el paisaje como obligación.
No gano plata.

“Estar perdida, encontrando” algo así dice Mariana.

22.-

Horacio Emilio está de mal humor. La realidad socio política lo altera. Lo daña.
Él insiste en escuchar radio, ver noticieros y leer los diarios.
En su tiempo libre, lee. Lee libros gordos y enormes de asuntos bélicos ó históricos.
Sin parar. Sin titubear. Entre siestas, lee.

A Horacio Emilio le interesan (hasta le alegran) los problemas que él puede solucionar.
Cuando se corta la luz porque puede prender el motor y solucionarlo.
Cuando se apaga la bomba porque puede subir hasta el techo y encenderla (así ruede por la escalera y se corte el tendón del cuádriceps)
Cuando se escapan los novillos porque puede buscarlos.
Cuando algo se rompe porque con maña logra arreglar.
Se emociona cuando alguien se queda empantanado porque puede ir a remolcarlo con su camioneta y hacer piruetas en el barro hasta sacarlo.
Si hay tornado, puede después recoger las ramas rotas. Limpiar.
Le interesa hacer.

El hacer. Eso que a mi me tiñe de gris.

Horacio Emilio y María G. son del hacer.
Son de la tarea.
Productivos.
“El arte útil”, amigos artistas me habla de eso.
Pero yo no termino de captar.
No logro ubicarme en un “lugar”.
Es parte de mi desoriente.

Horacio Emilio nunca hizo terapia.
Ni siquiera  hizo para dejar el alcohol.
Lo logró solo, leyendo un libro que ni siquiera terminó.
Cuando nos encontramos en la cocina cada viernes después de mi sesión de terapia me pregunta: “Y... ¿te curo?”
“Sí, estoy mucho mejor” le respondo.

23.-

Horacio Emilio me pide si puedo actualizarle la foto de perfil de sus redes sociales porque se ve feo.
Es cierto, es una foto en primer plano de su papada y fosas nasales. Una selfie del desastre.

Él es un hombre guapo y se merece una foto mejor.

Busco en mis archivos  y elijo una del verano. Está con un sweater naranja, la piel tostada y unos kilos menos. Se la muestro y se pone feliz. Le actualizo facebook y whatsapp y enseguida un amigo manda al grupo de muchachos: “miren a Mihura que lindo está”.
Encantado está el hombre, mi padre.

Suele usar prendas propias de centroamericano: guayaberas de hilo, remeras de colores chillones. Su paso por Nicaragua dejó en él un aspecto colorido.

Mientras mastica me dice que perdió entusiasmo con el podcast.
No quiere sentarse a repasar su vida en voz alta.
Le tiro temas posibles: Su abuela, Haití. Su paso por Nicaragua.
Dice que ok,  quizás esos temas sí.

Sueño.
Nos agarramos de la mano. Violeta y yo.
A ella le da el sol en la cara y me mira como siempre guiñando el ojo izquierdo.
Caminamos por un pajonal que nos lleva a una laguna.
Pescamos unas mojarritas y festejamos.
Violeta se alegra porque mi mate tiene coco y miel.
Nos sentamos al sol. 
Después de tomar dos mates cada una a un ritmo preciso, el sol nos chupa.
La luz del sol nos chupa.
Nos chupa y las dos, encandiladas, nos dejamos chupar.

24.-

Violeta se aburre de mí.
No quiere que toquemos juntas el ukelele.
Me pide que me vaya de su cuarto.
A veces extraño Buenos Aires.
Sigue lloviendo.

Más tarde me pregunta cual es mi sustantivo preferido:
Digo: cama – ojos 
¿Y tu verbo?
Dormir – Bailar
¿ cuáles son tus tres adjetivos preferidos?
No se.
Hoy jugamos un rato al strike.
La pelota rebota en una red en el piso y hay que devolverla.
Violeta interrumpe el juego y me dice: “bancá, bancá que riego mis pensamientos”.
Eso hace.  Agarra la regadera y riega la maceta con los Pensamientos que compró el sábado en el vivero de la ruta 12.

25.-

En Gualeguay Jesus es carpintero y nos está ayudando a resolver el asunto gallinero.
Rocío es peluquera y no tiene pelo.
Es pelada. Se tatuó una boa en la nuca. Usa anteojos negros de pasta y tiene ojos verde. Mide 1.75.
Si viviera en Berlín sería vanguardia pura. 
Acá en Gualeguay es Rocío.
El herrero no quiere avanzar con el fogonero.
El de los juegos de hamacas posterga la entrega. 
El electricista titubea.

Jesus tiene que terminar la puerta para el chiflete. Me pide disculpas,
así las cosas en Gualeguay.
Los tiempos son los tiempos.
Nada de andar a las apuradas.

Mañana presento mi proyecto en la “Clínica de obra”. 
Es un registro audiovisual del paisaje.
Trabajo con Violeta como intérprete.
Hasta tener este  primer corte del video, sufrí. Me puse muy nerviosa. 
Una noche casi no pude respirar.

“Vendo. Uñas postizas. Serían tan amables de venir a comprar” vocifera Violeta desde el comedor donde instaló su taller de arte y manualidades.
Nadie le responde.

¿Cuál es tu verbo preferido?, insiste.
¿Cuál es tu sustantivo preferido?
¿Podés decirme tres?

26.-

“Las vacas toman 100 litros de agua”, comenta Horacio Emilio.
“En verano 100 litros en invierno 60 litros”.
Uaua. Digo yo.
Me muestra dos veces el video que filmó en la nueva manga de madera.
Parece una construcción nórdica muy actual.
Podría salir en la revista living.
Pero es una estructura que sirve para vacunar los novillos, castrarlos o hacerlos subir al camión que los llevará al matadero.

Ayer doce fueron los que se estrujaron en el pasillo estilo nórdico y subieron al camión.

Hoy camino. Hago Yoga. Limpio. Ordeno. Cocino. Leo. Escribo. Miro.
No gano plata.

Ahora queremos terminar de hacer el gallinero.
Jesús me está ayudando con Nemesio y su hijo.

Pienso un “concepto” para mis videos de la clínica:
“Mi hija en relación a lo sublime del paisaje”. Dudo. 

27.-

Me estoy enojando con Violeta siento que no tengo bordes.

Ayer anduvo en Caldera y se le disparó. Se agarró fuerte de las crines, gritó.
Su voz sonó a otro.

Lloró media hora y después se sintió orgullosa de no haberse caído.
Habló con su prima.
Siempre es la llamada que busca.
Cuando algo la impacta demasiado, llama a su prima.

Ayer hablamos en la bañadera y lloramos en el vapor.
Le dije, Me dijo. Nos dijimos.

Violeta habla, cuida, arropa y educa a India y a Kiron.
“Hoy tuve una charla con India” me dijo. “No puede pasarse el día tirada en mi cama con el sol que hay”

28.-

Salí a dar una vuelta al potrero.
Analizo las posibilidades para la clínica de obra.
Insisto: Mi hija en relación a lo sublime del paisaje.
No, no, no es eso!. Me doy cuenta que estoy forzando. 

Necesitamos dos tirantes de tres por tres por tres.
Y otro de tres por tres por dos.
Compro las partes del gallinero.
Faltan las gallinas.
Y unos detalles.

Tengo miedo de quedarme sin referencias.
Sin interlocutores.
La vida rural me deja sin amigos, colegas, intercambios.

Violeta hace carteles para decorar con la caligrafía que aprendió en su taller  de lettering.
Escribe: ”Si lo puedes imaginar lo puedes crear”
“Mañana es ahora”.

Tengo el proyecto de arreglar el quincho y mudarnos. 
Tener algo más de autonomía, liberar a María G de nosotrsa un rato.
Hoy voy a ir a tomar medidas.

29.-

Horacio Emilio me mira, me pregunta cosas. Está más afónico
Pregunta con una curiosidad joven
con la cara de alguien que está esperando que venga lo mejor.

Se enojó porque traje un gallo.
Él no quería gallo y yo me olvidé y acepté el regalo del vecino: “un gallo no sirve, ya lo dije”, dijo.

Quizás esta endogamia de cuarentena es la oportunidad de exorcizar tanta frustración.

Fui a El Estribo a buscar las 10 pollitas bebes.

Carmen la veterinaria amiga nos dio mucha información y consejos para su cuidado.
Un pollito del vecino casi se nos muere.
Es uno de los que está con su mamá en el gallinero.
Lo vimos tirado respirando pero sin moverse.
Lo pusimos con el resto de los pollitos en el baño, caliente a ver si se recupera.
Violeta está llevando un diario de gallinero.
Apunta y describe los movimientos y los hechos que ve.

Hoy mientras caminé alrededor del potrero escuché un podcast sobre Borges.
Es una buena combinación.  La caminata ágil con apenas algunos trotes, mi pregunta interna e incesante: ¿quién soy? mientras veo cien rollos de fardos rurales y escucho a Llach sobre Borges. Lindo maridaje.

Aún tengo pendiente: ir al tambo y filmar el trabajo, encontrarle alguna gracia narrativa.
Leo que las actividades rurales emplean en un 13 % a mujeres y el otro 87%  son hombres.
Lo dice una Agrónoma: “la mayoría de los avisos dicen: Masculino (Excluyente)”

30.-

Violeta le pregunta a Horacio Emilio ¿cuál es su animal preferido?”
“Los que me dieron de comer, vacas y caballos”.

“No quiero sonar despositiva. Pero no creo que lleguemos a tener una buena idea”, me dice Violeta mientras pensamos un proyecto nuevo.

Escuchamos una canción en el auto yendo a Vida Sana a reponer yuyos.
Sé que el hombre que canta es Manuel Wirtz. tiene la voz narizal” asevera Violeta y cambia el dial.

Vemos que una camioneta blanca se está llevando los rollos de fardo que inspiraron mi primer video de presentación en clíncia: mi hija en relación a lo sublime (paisaje).

No logro continuar ese primer boceto y ya se están llevando los rollos.
Mis protagonistas. Los rollos son mis protagonistas,  y el cielo gris.



31.-

Violeta diseña y amasa  objetos comestibles en miniatura con porcelana fría.
Logra que sean muy reales y coloridos.
Pinta con acuarela. Dibuja flores y plantas en hojas Canson.
Hace videos: se filma a sí misma muy cerca del micrófono, mastica y hace ruido.
Enseña cosas a sus perros y gatos.
Se ocupa de la comida y el agua de las 10 pollitas que tenemos en una caja.
Vigila a las dos gallinas y busca los huevos por los pastizales.
Canta en italiano “Il pinocchio del 2000”.
Toca en el ukelele “three little birds”
Tiene dos o tres meets por día del colegio y algunas tareas.
Termina la presentación sobre San Martín: investigó sobre la batalla de San Lorenzo, la batalla de Maipú y la vejez.
San Martín pasó su vejez en las afueras de París con Merceditas y su marido, ocupándose de las plantas y los frutales.
Lee “El diario de Greg” a carcajadas.
Se pinta las uñas de distintos colores y se pone un fortalecedor con ajo.
Usa aceite de coco para hidratar su cara.
Manda audios y stickers a sus variados grupos de amigas: Chiquis, Amigas for ever, Locas de buenos aires, Amigas arte, etc.


32.-

Se escaparon las gallinas.
Ayer las sacamos a dar su paseo vespertino y nos olvidamos de entrarlas. 
Al mediodía Violeta fue a buscar su huevo diario y no las vió. No estaban. La puerta del gallinero estaba abierta y el gallinero sin gallinas.
Lloró con una inmediatez de novela y dijo entre dientes: ¡no somos capaces de cuidar dos gallinas!
Corrió a llorar al banano muerto.

Horacio Emilio las encontró minutos después entre los pastizales.

Las 10 pollas bebés que duermen en el baño están dejando un olor desagradable.
Violeta se pasea por la casa con sahumerios.

33.-

Armar, acomodar un espacio nuevo para vivir me lleva tiempo.
La idea es mudarnos pronto. 
Dormir ahí, comer ahí. 
Hacer un  cambio.
Darnos una aire.

No estoy pudiendo retomar el podcast con Horacio Emilio.
Todo se dispersó un poco.
Es un tiempo expandido.

34.-

Dicen en la “Clínica de obra” que mis textos son muy teatrales.
Me preguntan: ¿Qué pasa con esta especie de verborragia?
Pienso en las gallinas, el río, los caballos.
En volver a Buenos Aires.
Pedirles a mis amigos que me ayuden.
Acá no tengo amigos. 

Siento menos en palabras y más en paisaje.

Creí que tenía muchas cosas para escribir pero no se.
Se me hace un blanco.

Apago el celular. Lo apago con el botón de para siempre.  Lo guardo en mi mesa de luz. Cierro el cajón despacio. Como si fuera la última escena de una película de acción. Repaso el gesto: mi mano cerrando contundentemente el cajón para siempre. Desconecto, con melancolía prematura.


35.-

Me levanté con lumbalgia. Un hermetismo en la cadera derecha. Caminé minusculamente hasta a la cocina.
Me encontré con Horacio Emilio: ¿Te doy una pastillita? Me pregunta y se responde: “No mejor te inyecto.”
Lo sigo hasta el baño, obedezco.
Me inyecta. No sentí nada. La lumbalgía fue menguando igual que mi lucidez.  El domingo empecé a sentir un dolor agudo, finito.Horacio Emilio confirma: “debe ser el pinchazo, debo haber tocado un nervio, es raro pero pasa”.

Semanas de estudios ginecológicos al ritmo del interior.
Conozco a la Dra R. y  al Centro Médico Sur.  Queda en la plaza principal al lado de una casa racionalista y blanca estilo Le Corbusier.

Veo en Facebook una foto de Maria G y sus hermanas, mis cuatro tías. Están en la playa, vestidas. Es Marzo del 1972. Parecen una banda de rock o estrellas de cine.
Todas están en sus veinte. Posan serias, desafiantes, poderosas.
Hay rubias, morenas y pelirrojas.
Escuché que a mi abuelo le decían pito de oro: en honor a sus cinco bellísimas hijas.
A mi abuela nadie le dijo útero de oro. Ni vagina de oro. A los 60 años le sacaron sus órganos reproductivos. “La vaciaron”, escuché.  También se hizo sacar la dentadura antes de que se jubile su dentista porque no quería que nadie más le toque la boca.
No repuso su útero pero sí sus dientes con unos postizos que limpiaba cada mañana y que dormían dentro de un vaso efervescente.



36.-

Avanzo en el proyecto para la “Clínica de obra”.
Voy a presentar algo este viernes.
Avanzo con la corrección de textos.
Me propongo terminar una primera edición en una semana.
Registrar, días,  fechas, horarios, me tranquiliza.
Nos mudamos. 

Me siento aún en los inicios de algo.
India y Kiron vienen a vivir con nosotros.

Horacio Emilio nos visita y nos cuenta que el panel solar que compró no sirve porque no funciona con bomba. Se enoja. Se pelea por teléfono.

Imagino cerca la vuelta a Buenos Aires.
Siento que la vida rural está por terminar. 

Me despierto 5.30. Extraño la vida urbana. Mis amigos.
Vivo en medio de un jardín de paraísos y palmeras entrerrianas.

Presenté el proyecto en la Clínica. Me dicen que mis textos tienen un ritmo o una forma que no se ve en los videos. Me dicen que estoy intentando embellecerlos. 
Se refieren a mis textos como algo “roto”.


37.-

Hoy es un día raro.
Experiencias poco habituales.

Probamos con Horacio Emilio una clase de Pilates. Un gimnasio que guarda una especie de protocolo COVID. Conocemos a B. y hacemos cada una serie de movimientos en camilla. Mientras, suenan versiones new age de Los Beatles.

B. habla fuerte para que Horacio Emilio escuche sus instrucciones. Hacemos 50 minutos de práctica. Horacio Emilio trabajó cuádriceps y rotación de columna. 

A la tarde.
Voy a la práctica de R. Nos recibe en un espacio semicircular con mucha ventanas que dan a un bosque. Habla de Tantra Yoga, de la unión con lo supremo, de conectarnos con uno mismo.
Estoy en un Gualeguay que parece Kerala. 

Todo el tiempo pienso que esto no está bien. Somos seis personas en un espacio mínimo. R. es una mujer de mi edad, de pelo blanco, argentina pero con acento extraño.
Habla con verbos infinitivos y sin artículos.
Habla sobre las glándulas, sobre lo chiquito, lo pequeño  como lo más efectivo.
Como en homeopatía dice: “Una gota de lo correcto es suficiente”.
Pregunta y responde:  ¿”Qué es mente?, Nadie enseña”.
Me siento incomoda.

Soy curiosa además de citadina.
R. dijo: “La danza que practicamos sana 22 enfermedades, se llama Kaosikii”.
“Los mantras amplían la mente, la despejan. Escuchen todo lo que puedan”

No entiendo por qué habla sin artículos como una persona doblada al español. A la vez la siento real. Lo que viví fue real, después de muchos meses de una realidad desplazada.  

Hace cinco meses que mis únicos contactos esporádicos suceden en comercios: supermercado, verdulería, dietética, ferretería, pintureria. Siempre con barbijo, distanciamiento y hablando lo mínimo.

38.- 

Violeta me dijo, mientras caminábamos por el potrero: “Me gustaría vivir en el mundo desarrollado. Donde se recicle, se cuide el medio ambiente, se cuiden los animales”.
Me dejo resonando. 

Me duele todo de pilates. Horacio Emilio me dijo que le dolían los hombros.
Cada vez que quiero poner hombros pongo hombres.
Me duelen los hombres.

39.-

¿Cuál o cómo será el mundo desarrollado en el que quiere vivir Violeta?

Filmo la pantalla de la computadora mientras escribo.
Registro en video el proceso de “escribir”.  Improviso en el Word y filmo eso que escribo.
Registro el movimiento que hace mis manos y mi mente mientras ejecuto la tarea de escritura.
“Tu dispositivo es la escritura,” me dicen en la Clínica de Obra.
“Tu dispositivo es la escritura”, repiten. Asienten. Auguran.
“Lo que hace la mente cuando escribe, mientras escribe”
Fin de clinica y un hallazgo: La escritura como tearea, como dispostivo de creación.  

40.-

Necesito pertenecer. Ser parte de algo. 

A las doce del mediodía tengo terapia.

Hicimos la segunda clase de pilates con Horacio Emilio.
Hace todo con un dinamismo joven.
Volví a cortarme el pelo con Rocío. 
Rocío se agrandó el tatuaje. Va desde  su cabeza pelada y se extiende hacia su espalda.
“Es difícil sumarle capas sin que pierda su esencia”, me dijo.

Pensé en la escritura.
En la narrativa. 
En hacia donde
En la idea de sumar capas
hasta el infinito. 

Pensé en la mente del que escribe.
En mi mente. 
Eso que hace mi mente
Eso que hace mi cuerpo
mientras escribe. 

En el abismo,
en un paréntesis. 

Llegamos en Abril.
nos vamos en Octubre.

Volvemos a Buenos Aires.
un día cualquiera
a retomar la
vida urbana.

 




Abril del 2020.
Viajamos de Buenos Aires
a Gualeguay.




























































































 





























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































Octubre 2020
Viajamos de Gualeguay
a Buenos Aires.